Mi familia me dio lo necesario para vivir, pero me sentía vacía, ellos no crecieron en las mejores condiciones, no recibieron realmente el amor que un padre debe dar y por eso yo no podía exigirlo, pero si lo quería. Durante tres años y medio no pude dormir ni una sola noche completa, normalmente dormía tres horas y con suerte llegaba a dormir cuatro, solamente comía un poco en el almuerzo, no tenía higiene personal, y consumía muchos medicamentos que por mi condición física me debilitaban mucho. No quería nada, no hacía nada y llegué a odiarme y a odiar a todos y a todo, me hice daño de muchas maneras y sí, llegué a intentar suicidarme varias veces, pero fue sorprendente que en todas fallé. En ese momento creí que tenía suerte o más bien que era tan inútil que ni eso podía lograr; al no poder o más bien no querer hablar con nadie sobre lo que me pasaba.
Empecé a escribir mucho, llené muchas libretas con las locuras que invadían mi mente, siempre me gustó escribir de todo, poesía, cuentos, rimas, y luego empecé a convertir esa poesía o frases, en versos. Mi madre me regalo una guitarra y empecé a usarla como un salvavidas, temía a hablar, pero no a cantar. Antes de cumplir 16, mi situación emocional empezó a mejorar, empecé a buscar de Dios y descubrí que había una salida, de repente las ganas de seguir viviendo llegaron y me invadieron, en ese momento quise compartirlo con más personas.
Y empecé a grabarme cantando las canciones que había escrito, muchas personas miraron mis videos y me agradecieron, dijeron que yo les había ayudado mucho y eso fue para mi algo increíble. Y desde antes y mientras viví en depresión mi pasatiempo favorito fue tratar de ayudar a los demás, evitar que otros vivieran lo que yo estaba viviendo. Justo en ese momento nació mi pasión y anhelo de estudiar psicología para poder entender y poder legalmente brindar ayuda, en esas áreas tan complejas.
Actualmente ya estoy estudiando, y he logrado poder ser parte de un grupo de jóvenes que intentan hacer un cambio en esta sociedad tan necesitada, cada que realizamos una actividad y puedo ir y observar la sonrisa tan sincera en los rostros de niños y padres, siento que mi mis cicatrices desaparecen, y veo al pasado y recuerdo que muchas veces deseé recibir algo como lo que ahora yo doy y realmente eso me hace feliz, porque aunque sufrí mucho y ya no puedo cambiar lo que me paso a mí, tengo la oportunidad de cambiar muchas vidas, con acciones muy pequeñas, y gracias a que se lo que es necesitar puedo dar.
Me hicieron daño y ahora yo sé exactamente lo que nunca debo hacer para no dañar a nadie, y es que bien dicen que de las experiencias se aprende. Si volvemos lo negativo más negativo de lo que ya es, no significa nada, pero tomar cada situación para reflexionar y lograr un cambio es la mejor y debería ser la única decisión. Soy muy joven, y sigo luchando con muchas presiones, sociales, mentales y emocionales, pero siempre mantengo presente mi pasado, pues gracias a él ahora ya no soy la misma, ahora sé que cada persona tiene una vida diferente y que no debo enfocarme en superar a nadie, porque mi yo del pasado es mi única competencia, he aprendido que la frase: los limites están en la mente, es muy real, durante cinco años me dije a mí misma que no podía hacer nada y me creía una fracasada, pero cuando empecé a verme como lo que soy, como una persona muy capaz y muy amada, cuando entendí que fui creada con y por un propósito, empecé poco a poco, a alcanzar muchos de los logros que un día creí imposibles, ahora cada día me recuerdo que yo puedo, una porque no estoy sola y dos porque no vengo de un pasado tranquilo o fácil, pero aun así logré superarlo por eso sé que puedo lograr mucho no solo porque soy capaz, sino porque yo más que poder, quiero y merezco lograrlo, por mí y por la adolescente que durante tantas noches sufrió en silencio.
No llegado ni a la mitad de mi camino y como todos me sigo sintiendo ansiosa por no tener todo bajo control, pero ¿Qué gano con frustrarme a tal punto de estancarme? Lo mejor es ir poco a poco, viviendo cada día al máximo y aprovechando cada oportunidad, sabiendo de que siempre pero siempre vuelve a amanecer.