Se define la constancia como la permanencia en una meta que se traza con el objetivo de culminarla con éxito. Es la virtud con la cual conquistamos las metas que nos proponemos y nos brinda las posibilidades de conquista. Me gusta que este valor incluye el hecho de permanecer que es lo contrario a huir, renunciar, o dimitir de un proyecto.

Pero acompañado de la constancia de manera intrínseca debe ir la disciplina que es la observancia de las reglas de conducta y funcionamiento interno establecidas por una persona para el cumplimiento de sus metas. Este elemento conlleva un aspecto extraordinario: me refiero el auto liderazgo.

Es decir, una persona disciplinada es una persona que aprendió a liderarse a sí misma. Esto implica que hace las cosas que debe hacer “aunque no tenga ganas de hacerlas”; cumple sus asignaciones “aunque no sienta el ánimo de continuar”. Este definitivamente es un nivel alto de autogestión que debemos aprender a desarrollar.

Es así que el logro de los objetivos y el alcance de toda visión no son por el azar o por el destino, no hay atajos cómodos a la meta; se trata de luchar con perseverancia sin volver la mirada al pasado, es la capacidad de enfoque permanente lo que nos mantiene constantes en la carrera. Esto tiene una aplicación en todo sentido, pero especialmente en la formación universitaria cuando de vez en cuando aparecen obstáculos que parecen insalvables, pero que más bien sacan nuestro potencial interno de avanzar ante los aprietos.

El mítico Steve Jobs en alguna oportunidad expresó “estoy convencido de que lo que separa a los emprendedores exitosos de los que no lo son es la mera perseverancia.” Así que ánimos, la carrera a la meta sigue cada día: invite a la disciplina y la constancia para el camino seguro a la victoria.